La zona de la Provenza es un lugar que queremos recorrer
desde que vimos en la tapa de la guía Lonely Planet de Francia una foto de un
edificio de piedra gris rodeado de un campo de la más violeta lavanda.
Investigando un poco, encontramos que la foto corresponde a la Abadía de
Senanque, que se encuentra cerca del pueblo de Gordes en esta región del sur
del país. Así que cuando planeamos nuestro viaje a la costa azul nos pareció
más que oportuno conectar la costa con esta zona más adentrada en el continente
y visitar no sólo la abadía sino también algunos de los numerosos pueblos que
completan el paisaje.
Partiendo desde Marseille, hasta donde habíamos llegado después
de nuestro recorrido por la costa azul, iniciamos esta parte del paseo
provistos de un mapa buenísimo que nos dieron en la oficina de turismo, y del
GPS en modo “evitar autopistas”.
Les cuento un poco de cada pueblo que
visitamos:
Pertuis: Caminando por las callecitas del centro llegamos a
una especie de feria de antigüedades. Había un poco de todo, ropa, juguetes,
libros y revistas, y muchas cosas de vajilla y cristalería antiguas. De repente
vemos un caquelon con un cartelito que decía 5 EUR. Me acerqué y la señora que
lo vendía me empezó a mostrar todo el resto de piezas del set de fondue, que
consistía en un estuche con 6 cubiertos, el pie de hierro con el mechero, y una
tablita para apoyarlo. Ella hablaba en francés ortodoxo, y yo lo único que
sabía decir era “combien?” (cuánto?) Cuestión que mientras yo pensaba que ella
intentaba venderme el resto de las cosas, ella me estaba diciendo que el precio
era por todo el juego completo. Resultado: somos poseedores de un divino juego
de fondue, que después de que ayer lo agarrara con una buena esponja de alambre
quedó increíble!!! También en ese mismo puesto compramos una frutera de vidrio
con un soporte de hierro por 4 EUR (me hizo una rebaja, me tendrían que haber
visto regateando en francés!) Otras adquisiciones fueron un plato de porcelana
con pie, que en la base tiene un sello de “Porcelaine de Paris” y otro de “Bazar
Decor Pavot”, y un botellón de vidrio verde antiguo (3 y 1 EUR respectivamente)
Cucuron: Es un pueblo divino que tiene una bodega en la
entrada. Se puede visitar y hacer degustaciones, pero nosotros no entramos. El
centro neurálgico del pueblo es alrededor de un estanque artificial, donde hay
varios restaurantes con mesas bajo la sombra de árboles de copas inmensas que,
como ese día había bastante viento, se mecían y hacían sonar sus ramas como si
fuera un arrorró. Almorzamos en uno de esos restaurantes, bajo una parra. Leo
pidió un omelette con papas y ensalada, y yo unos tallarines a la carbonara.
Gordes: Este pueblo es más grande que los anteriores, y está
en la ladera de una montaña, por lo que es hermoso cómo se lo ve desde la ruta.
Es el pueblo más cercano a la Abadía Notre-Dame de Sénanque, y fuimos
directamente ahí porque para visitar la abadía hay que pedir turno con
anticipación y estábamos sobre la hora. La abadía es un edificio construido en
el año 1148, que durante las guerras de religión del año 1544 es destruido y
recién en 1854 se restaura y reinstala la comunidad de frailes. Luego de varias
interrupciones y cambio de funciones, en el año 1988 se reinstala la comunidad
de frailes que continúa hasta la actualidad viviendo y desarrollando sus
actividades ahí. La abadía cuenta actualmente con un dormitorio, una iglesia,
un claustro, un cuarto “calentador”, y una sala capitular. Todo esto se puede
visitar. Los monjes viven actualmente en un edificio contínuo a la abadía,
donde reciben visitantes que quieran pasar unos días de retiro espiritual con
ellos. La visita es guiada, sólo en francés, por lo que entendimos poco y nada y
sólo nos limitamos a reir cuando el resto reía y callar cuando el resto callaba.
Y nos guiamos por un folleto en español que tenía una síntesis de la
explicación de la guía. Lo que nos dio mucha pena fue no poder ver la lavanda
en flor, porque a pesar de que habíamos averiguado que está violeta hasta fin
de agosto, ya para esta época cortan todas las flores para producir esencias,
jabones, sahumerios, etc.
Avignon: Acá pasamos la noche, en el Hotel D’Angleterre, un
hotel super recomendable porque estaba muy bien ubicado, era cómodo, limpio y
económico. Avignon es una ciudad amurallada, que por el lógico crecimiento se
expandió por fuera de la muralla dejando bien delimitado el centro histórico
donde están las atracciones turísticas. Las visitas
principales son el Palais des Papes, que fue la residencia de los recursos
pontificios en el siglo XIV, y por
supuesto el Pont Saint-Bénezet, más conocido como “El Puente de Avignon”. Al
palacio lamentablemente no pudimos visitarlo (El que nos vendió los tickets en
el hotel se confundió y cuando solucionamos el malentendido ya no teníamos
tiempo de volver, grrrrrrr) Pero al puente sí subimos, y escuchamos toda la
explicación del audioguía que fue bastante extensa (y un poco aburrida) hasta
que al final del relato te cantan la canción. Resulta que en realidad no se
bailaba arriba del puente, sino debajo. El puente cruza el río Ródano por sobre
una isla, que era una zona de recreo popular donde se organizaban picnics,
fiestas, y bailes folklóricos. La canción surge a mediados del siglo XIX y se
hace popular cuando se incluye en una ópera de esa época. Parte de la letra
original dice así:
Sur le pont d'Avignon
L'on y danse, l'on y danse
Sur le pont d'Avignon
L'on y danse tous en rond
Cuestión que todo el mundo baja del puente con la canción
pegada y sigue revoloteando en la cabeza en un loop infinito mientras nosotros
seguíamos paseando por las callecitas de la ciudad. Y cuando parecía que ya se nos había olvidado,
zas! Un español caminando atrás nuestro la empezó a cantar a viva voz, arrancando
carcajadas nuestras y del grupo que lo acompañaba, y volviendo a dejarnos
revoloteando la melodía en la cabeza un rato más…
Saignon: Este pueblo es realmente hermosísimo. Se puede
llegar en auto hasta la parte de atrás de la iglesia, donde está el cementerio,
y desde ahí se puede recorrer a pie este pueblito medieval que tiene calles en
subidas y bajadas, pasando por varios restaurantes e incluso hospedajes! Nos
parecía mentira que un lugar tan recóndito convoque tanta gente que incluso
pase la noche ahí mismo. Creo que de haberlo sabido ahí íbamos nosotros
también, al hotel que anunciaba en la puerta que “Se estaba durmiendo la siesta”
Sivergues: Este pueblo la verdad no termina de ser pueblo.
Son un par de casitas en el medio de la nada, que ni para fotos estaban porque
había gente de sobremesa y nos pareció que encararlos con la cámara era
demasiado inoportuno. Lo lindo de ir fue que el camino atraviesa campos de
lavanda, que aunque vimos verdes porque ya no tenían flor, no dejaban de inundar
el aire con su aroma tan característico.
L’Isle Sur La Sorgue: Es uno de esos pueblos que la ruta,
convertida en calle principal, los atraviesa justo por el medio. Pasamos el
domingo a la tarde y era un mundanal de gente que iba, venía, llenaba las mesas
de los bares tomando café, cerveza, helado… “Tenemos que parar” pensamos, y a
pesar de ya estar en tren de vuelta a casa no lo dudamos. Con la excusa de
pedir agua para el mate (infaltable para salir a la
ruta) recorrimos varias cuadras de la calle principal que se extiende al lado
de un rio de agua super transparente y cruzado por varios puentecitos.
Terminamos tomando un café con “viennoises” (facturas de hojaldre) en una
típica boulangerie. Después de dos intentos fallidos, y de insistir con “L’eau tres
tres chaude, pour préparer un thé, s’il vous plait” finalmente conseguimos agua
lo suficientemente caliente como para unos mates decentes, y ahí sí salimos a
la ruta para emprender el regreso a casa.
Del viaje sólo nos quedaron las mejores impresiones, la alegría
de poder recorrer una zona que en un viaje regular a Europa recorriendo
ciudades no hubiésemos podido incluir, y nunca me voy a olvidar las palabras de
Leo al volante, despeinado por el viento y el salitre y con la frente quemada
por el sol: “ESTO es lo que yo quería, agarrar un auto y salir a recorrer
Francia como en French Kiss”
El final IN-CRE-I-BLEEE, fue lo que más me gustó!!! y te digo más, hermanita: Mejor que mirar una película o leer un libro!!! MI CUÑADO ESTA FELIZZZZZZZZZZZZ!!!! (Y eso me hace feliz a mi también!!!) SIGAN DISFRUTANDO
ResponderEliminarLos Quiero!
LA LALA
HERMOSO REALMENTE HERMOSOOOOOOOOOOOOO ME PONE FELIZ VERLOS TAN BIEN Y DISFRUTEN MUCHO EL PRIMER MUNDO LOS QUIERO UN MONTON BESOTES GLADYS
ResponderEliminarSi Lala, El Chu está feliz!!!!
ResponderEliminarUn beso Gla, yo también te quiero mucho y me río mucho con tus comentarios jejejeje
Hola Chicos ayer lei el post y recien hoy lo comento porque no funcionaba el teclado, me encanto, me encanto, me encanto "la provenza" divinas las fotos, los pueblos medievales, el relato, te llenan de deseos de estar ahi!!!! Besos a los dos, los extraño. Y a tomar cerveza en Amsterdarm. La tia.
ResponderEliminarGRACIAS POR HACERNOS VIAJAR MAGICAMENTE DE TU MANO CECILIA Y DE PASO TE COMENTO ,QUE EN AGOSTO VAMOS A EUROPA Y APROVECHO PARA SABER BIEN DEL VIAJE!!!! Y JUSTO TE ENCONTRE A VOS QUE LO EXPLICAS REALMENTE MUY BIEN!! GRACIAS PATO
ResponderEliminarMe alegro mucho Pato que te sea de utilidad el blog! Gracias por el comentario, y cualquier consulta contá conmigo!
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