La semana pasada me quedó pendiente contarles que el domingo fuimos a Ginebra.
No fue una buena elección ir un domingo, porque la ciudad nos recordó que los domingos todo está cerrado (TODO TODO) y por eso, por ejemplo si querés almorzar podés optar por buena comida carisisisisísima, o por una comida de morondanga y todavía cara. Así que caminamos un rato por la costanera que es muy linda, nos sorprendió la cantidad de niños, mascotas, y sin duda la cantidad de parejas demostrando su cariño inhibidamente.
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